FOTO DE PERFIL

FOTO DE PERFIL

                            

“No hagas preguntas y no te dirán respuestas”       

Se conocieron pasados los cincuenta, provenían de historias similares: previsible cadena de desencuentros, hijos adolescentes distribuidos a domicilio, mudanzas, particiones, inicios prometedores con finales agónicos los habían arrojado -en el estricto sentido de la palabra- a los brazos del otro.

A ella, su último fracaso aún le insistía y merodeaba esa zona oscura del cargoseo menesteroso del que no sabe pedir, es decir, del que lo hace sin dignidad. Se trataba, en definitiva, de un pasado que no la abandonaba y al que ella, de algún modo, no terminaba de abandonar

Él, en cambio, estaba solo, y un escepticismo apenas disimulado por una esperanza de última oportunidad, lo llevó a abrazarse a una relación donde la atracción no le sacaba ventaja a la desconfianza.

Se prodigaban un romanticismo mustio, y tanto como podían, se permitían gestos adolescentes no por amor sino para rescatar aquello de simple y puro que alguna vez tuvieron y trataban de sacar a superficie en el intento de recobrar una alegría que ya comenzaba a serles forastera.

Con todo, las experiencias vividas no habían sido malas al extremo de no dejarles, al menos, un modo de quererse donde permanecían las ascuas de una pasión alimentada por aquellos cuerpos espléndidos en la belleza de un ocaso que resiste las impiedades del tiempo, porque los atardeceres encierran algo de majestuoso, una agonía resplandeciente.

Permanecían abrazados, en la voluptuosidad irrecuperable de los primeros contactos. El conocimiento mutuo que había comenzado por los rostros, descendía lento y fatal a profundidades más prometedoras. Conforme pasan los años, también cambian los modos, porque no había arrebato, sino una pasión más dulce que intensa en la búsqueda no ya del final sino de su prolongación. Conociendo las partes, se comprende el todo.

Fue en ese ambiente, íntimo, secreto, que sonó el teléfono de ella anclado en la mesita de luz y, él, involuntariamente, vio el nombre del pasado que intentaba permanecer. Conocía el nombre, y su rostro le fue revelado en esa foto de perfil que resplandecía al lado de la almohada. Se le parecía demasiado. No tanto por el pelo que comenzaba a faltarle, el bronceado intenso, su impostado aire ganador el candoroso esfuerzo, en fin, por simular la derrota ya consumada, como por aquella expresión melancólica, de ejército en retirada.

Permaneció con la vista fija en la imagen.

Para ella, en cambio, ver la foto de perfil y continuar su viaje a través de aquella orografía sugerida por camisas a medio desabrochar, fueron una sola y misma cosa.

Él, sin embargo, movilizado por un inoportuno sentimiento de solidaridad preguntó si no iba a atender. Le negó con un movimiento de la cabeza, dibujando sobre el pecho estremecido una estela sedosa que, sin embargo, no fue suficiente para evitarle otra imprudencia.

En modo infantil, quiso saber qué le diría después.

Con aire neutro, la mujer prosiguió con su arte y al llegar al meridiano de su anatomía; límite donde la voz resultaba audible, respondió: “Que no vi el llamado”.

Ya balanceándose sobre abismos, no pudo evitar preguntarse (¿o preguntarle?) si era posible que le creyera y si alguna vez se lo haría él.

Sin perder paciencia ni línea de acción, el resto de su cuerpo fue recorrido en forma sabia mientras escuchó o creyó escuchar: seguramente que sí.

Es posible que el destino nos envíe sus mensajes y que, de algún modo, nos haga conocer en otros lo que vamos a ser.

Con la cabeza en la almohada, pensó que el futuro no es otra cosa que la promesa de un impostor que aceptamos para aliviar el dolor de sentirnos solos, y al que debemos desenmascarar cuando se empeña en malograrnos el único tiempo que nos fue concedido.

Nadie vive en el mañana, ni en el ayer -pensó- abandonándose al presente absoluto  que es el modo que, a veces, adquiere la eternidad.

 

Santa Fe, 12 de diciembre de 2.022. 16.31hs-

6 Comentarios Agrega el tuyo

  1. Sergio Kriger dice:

    Excelente Chango, como todo lo que escribís.

  2. Pame dice:

    “El destino nos envía mensajes”

    Y a mi me manda a leer siempre a Abel!!
    Queremos el libro!!!!!!!

  3. Ricardo Rivera dice:

    Excelente relato breve, crudo y realista al mejor estilo de Antón Chéjov. Felicitaciones querido Abel y gracias por compartirlo

  4. PABLO S. AGNELLO dice:

    El presente es tan inasible e impreciso como nuestro estado de conciencia, no?
    Saludos Abel!

  5. Mariela Fregona dice:

    Como todos tus relatos, profundos, hechos de la realidad más humana. Me gustaría que hagas una compilación de frases geniales que siempre aparecen en cada relato (la del futuro impostor y la última del presente una eternidad, me encantaron, también la de la orografía!!!!). Gracias x compartirlo!

  6. Ariel Jose dice:

    Muy bueno Abel Antonio, como siempre lo que has escrito y compartiste. Abrazo

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